EL ARTE DE COMUNICARNOS

CONCEPTOS Y TÉCNICAS PARA UNA
COMUNICACIÓN INTERPERSONAL EFECTIVA

Capítulo 3: Emocionalidad y lenguaje no verbal

CONGRUENCIA E INCONGRUENCIA:

“Lo que haces, habla tan alto
que no permite escuchar lo que dices”
Ralph W Emerson

Este estrecho vínculo entre pensamientos, emocionalidad y corporalidad es lo que hace que cuando percibimos alguna “incongruencia” entre lo que se dice mediante el lenguaje verbal y lo que se expresa a través del lenguaje no verbal, instintivamente tendemos a guiarnos por este último. La mayoría de las personas, cuando registran una diferencia entre lo que se formula verbalmente y lo que se manifiesta corporalmente, tienden a “creerle” a lo que revela su interlocutor a través del lenguaje no verbal, y esto es así porque sabemos por experiencia que la corporalidad es algo mucho más difícil de controlar y por lo tanto es más creíble.

Cuando en una conversación sentimos “congruencia” en nuestro interlocutor, naturalmente nos genera tranquilidad y confianza ya que nos permite presuponer que lo que dice es coherente con lo que piensa y siente. Podemos decir que una persona es congruente cuando está alineado y existe una total coherencia ente lo que piensa, lo que siente y lo que dice. La congruencia interna tiene un impacto muy positivo en la comunicación interpersonal ya que transmite sinceridad y comunica convicción, y por lo tanto tiende a generar confianza en el interlocutor.

Por el contrario, cuando percibimos “incongruencia” nos genera inquietud y desconfianza. Es lógico que esto suceda, ya que el lenguaje no verbal de la persona da cuenta de su estado emocional, y a su vez éste es producto de su proceso de pensamiento, y por lo tanto, si sentimos que lo que la persona expresa a través de su discurso verbal no es coherente con su emocionalidad, naturalmente nos ponemos en alerta y sin duda tendemos a desconfiar de lo que se manifiesta con la palabra.

Hay congruencia cuando existe una total coherencia ente lo que se piensa, lo que se siente y lo que se dice.

Pensemos por ejemplo cuando le preguntamos a alguien cómo anda y nos contesta que “muy bien”, pero su corporalidad expresa tristeza, preocupación o abatimiento ya que tiene los hombros caídos, la mirada perdida y se expresa en un tono lento y bajo; o cuando alguien nos habla muy correctamente pero percibimos señales de incomodidad o disgusto a través de un tono de voz, un rictus en su expresión o la tensión en sus hombros. Sin duda, esta incongruencia surge como un impedimento para una comunicación efectiva.

Gregory Bateson, uno de los precursores de la Psicología Sistémica, investigó el impacto de este tipo de comunicación en chicos esquizofrénicos. Desarrolló el concepto de comunicación de “doble vínculo” para describir el efecto que se genera cuando la comunicación verbal (lenguaje digital) es contradictoria con la no verbal (lenguaje analógico). Obviamente este impacto es mucho mayor y puede generar importantes consecuencias si esta forma de comunicación se da de manera habitual y reiterada, en un ámbito donde la persona afectada no puede salir fácilmente. Por ejemplo, cuando la madre le manifiesta al hijo su cariño y luego cuando el niño se quiere acercar, ésta le expresa corporalmente su rechazo. Este “doble mensaje” genera confusión y un impacto emocional en quien lo recibe.